La Respuesta Interior
Evento con el autor de “La paz es posible”, Manchester, Reino Unido
Prem Rawat:
Hoy quiero hablar de nuestra realidad, de lo que realmente significa estar vivo. ¿Quién eres? Te gusta presumir que eres diferente; lo veo aquí, que muchos tienen diferentes tipos de chaquetas, corbatas y peinados. No se les ve iguales desde aquí.
¿Y si les dijera que todos van a pasar por lo mismo? Vinieron a través de un muro y se irán a través de otro.
Es una situación habitual para mí. La gente me escribe, quieren hablar conmigo. Acabo de estar con una señora en Francia. Ella me escribió y me dijo: “Tengo noventa y ocho años. Te conozco desde 1972 y me gustaría poder darte la mano”. Y yo dije: “Claro que sí”.
Y cuando estuve en Francia la llamé. Tengo que admitir que me quedé sorprendido. Muy sorprendido. Parecía más joven que yo. Pensé que iba a llegar ayudada por dieciocho personas. No. Luego empezó a contarme su historia.
Había estado durante cuatro años en un campo de concentración alemán. Había perdido a su madre y a su padre allí. Me mostró su tatuaje con una sonrisa en su cara. Me dijo: “Yo sabía que tenía que haber algo más. Que ese horror, o lo que fuera, no era todo lo que había”.
¿Crees que sentir gratitud en esta vida es poca cosa? Y no me refiero a estar agradecido por tu trabajo o por tu automóvil, o por tu perro o tu gato, sino a estar agradecidos por estar vivos.
Amigos míos, hablo de estar vivo. La diferencia entre tú y yo no es la de haber venido por un muro y salir por el otro, sino lo que hacemos entre esos dos muros. Eso es lo que nos hace diferentes. Esa es la diferencia entre el diablo y el ángel.
¿Quién eres? ¿Quién eres? En esta ecuación que nos incluye a todos, ¿quién eres? No lo sabes. Conoces a los otros pero no te conoces a ti mismo.
Si tuvieras que enviarte un mensaje a ti mismo, ¿cómo lo harías? De verdad. Si tuvieras que enviarte un mensaje a ti mismo, ¿cómo lo harías? No puedes enviarte un mensaje de texto a ti mismo ¿Pero cómo lo harías? Tu estúpido aparatito no lo sabe.
Tienes que decirte: “Sé feliz. Siéntete pleno. Vive en la alegría. Siente amor”. Por favor, te ruego que te envíes ese mensaje. Tienes que enviártelo. Lo necesitas.
Necesitas decirte a ti mismo: “Está bien”. Tienes que decirte: “Siente gratitud”. Tienes que decirte: “Siéntete pleno”. “Y ten claridad, disfruta”. Necesitas decirte esas cosas.
¿Cuál es tu número? ¿Cuál es tu alias? ¿Cuál es tu “punto-com”? ¿Tienes el email que termina en “punto-corazón”? ¿Tienes el email que termina en “punto-sabiduría”? No. No los tienes. Y necesitas tenerlos.
Esto me pasó en Londres. Estaba atrapado en un típico atasco de tráfico londinense, cortesía del progreso. Yo llegué a Londres en 1972; créeme, no había atascos de tráfico en esa época…
Así que iba en el coche y vi a este hombre caminando con un bastón y me di cuenta de que no podía ver, que tenía una discapacidad visual, y como no podía ver con sus ojos, usaba su bastón, pero noté que avanzaba con rapidez.
Y claro, yo no tenía otra cosa que hacer que estar sentado en mi coche, atrapado en el tráfico, y él nos pasaba rapidísimo y luego lo alcanzábamos. Y yo lo volvía a ver y pensaba: “Vaya. Este hombre avanza muy rápido ¿Qué hace? ¿Cómo camina con tanta seguridad?”
Entonces, me di cuenta: “Ay, Dios mío. Este hombre no busca más que una cosa, solo una: un camino libre de obstáculos”. A él no le importa Westminster, ni el atasco de tráfico de aquí ni el de allá; no le importa la hora que marque el Big Ben, no le importan los barcos preciosos que hay en el Támesis.
Lo único que le importa es el camino despejado. No una vía completa sino un espacio suficiente sin obstáculos. Y ese es el espacio que el explora con el bastón. Es lo único que le importa. Si eso está despejado, sigue caminando.
Y me di cuenta: Dios mío, a él no le importan los obstáculos. Uno pensaría que sí, pero no le importan. Solo le importa el camino despejado.
Así que cuando llegan los problemas en nuestra vida, ¿buscamos el camino libre de obstáculos o buscamos cómo superar el obstáculo? No tienes que superar los obstáculos. Si hay una montaña delante de ti, averigua la manera de rodearla. ¡Rodéala! No te pongas a pensar: “Ay Dios mío ¿cómo voy a subir esa montaña?”
¿Es eso lo que haces cuando vas conduciendo y te encuentras con un edificio enorme adelante? “¿Cómo puedo atravesarlo? Destrozaría mi coche, a mí y a todo”. No, miras a la derecha y a la izquierda, y si ves un camino, rodeas el edificio.
¿Tiene sentido esto? [Público: Sí.] ¿Sólo hoy? ¿Sólo hoy? ¡No! Siempre lo supiste. Y esto es acumular sabiduría. Esto es sabiduría: “No trates de pasar por encima. Rodéalo”.
¿Tienes problemas? Vas a tenerlos. Claro que sí. ¿Y por qué vas a tener problemas? Porque siempre quieres subir montañas. Por eso vas a tener problemas. Te diré: la vida es formidable, simplemente rodea los obstáculos.
Como ese hombre… me enseñó tanto. Me enseñó tanto en ese corto tiempo. Ahora de hecho estoy entusiasmado con los atascos en Londres. Puedo aprender algo: “Vaya, ¿qué voy a aprender hoy?” Esto va a ocurrir…
Hoy me dijeron que iba a tardar dos horas y media para conducir veinte kilómetros. Dije: “No hay problema; ¡vamos!”.
Amigos míos, estas son las posibilidades. ¿Estás listo para comprometerte con la semilla de la claridad? ¿Estás listo para comprometerte con la semilla de la alegría? ¿Estás listo para comprometerte? Porque si no lo estás tienes que enviarte un mensaje para estar listo y hacerlo. Tienes que enviarte un mensaje a ti mismo.
Y cuando eso ocurra, imagina lo que vas a tener en tu vida. Imagina lo hermosa que es esa claridad. Ese es el poder de la luz. Enciende la luz, enciende la luz, enciende la luz. Ya está bien de oscuridad ¿Y dónde tiene que brillar la luz? ¿En el patio de tu vecino o en el tuyo? Prueba con el tuyo. Ahí es donde tiene que brillar, porque hay una luz en tu interior. Descúbrela, desvélala.
Así es como ayudo a los personas. Para los que no saben su número, tengo un software especial que se llama “Conocimiento”. Que busca, encuentra tu número y te conecta con ello. Es un software muy bueno, buenísimo.
Pero, hasta para usar ese software se requiere sabiduría, desgraciadamente. Cuando viajo por todo el mundo comparto mi sabiduría, porque sin ella es muy difícil hacer un uso apropiado del Conocimiento.
A esto me dedico. Las personas me escuchan y me dicen: “Tiene sentido lo que dices.” Gracias. A esto me dedico. Lo he estado haciendo desde los cuatro años. Ese es mi don. Mi don. Y hoy este es mi regalo para ti.