PREM RAWAT Y EL PERIODISTA ANTONIO MATEUS
BARCELONA, ESPAÑA
ANTONIO:
Bueno, llevas cincuenta años difundiendo un mensaje de paz, llevándolo alrededor del mundo…
¿Qué es lo que no funciona?
PREM:
Sí funciona. Difundir el mensaje realmente funciona y marca una diferencia profunda en la vida de las personas. Lo que no funciona son todos los sistemas de este mundo que le están fallando a la gente, pero la gente sigue creyendo en esas cosas en lugar de comprenderse a sí mismos…
Estuve en Sudáfrica y fue realmente sorprendente. Estuve hablando sobre la paz y la gente llamaba y decía: “No es posible.” Un hombre me dijo: “Tengo una hija pequeña que no ve la diferencia entre blanco y negro, simplemente juega con todos, disfruta”. Esto a veces es algo aprendido.
Y dijo: “Pero la paz no es posible de verdad”. Y le dije: “Espera un momento. Si es un comportamiento que hemos aprendido, también podemos desaprenderlo. ¿Por qué seguimos aprendiéndolo y enseñándolo? Tenemos que desaprenderlo, comprender que todos los seres humanos sobre la faz de la tierra somos iguales”.
Todos tenemos problemas, nuestros problemas no son nuevos. Nadie tiene problemas nuevos. Alguien antes que nosotros tuvo exactamente el mismo problema, se sintió exactamente igual. Y aquí estamos, en esta época, en este momento, repitiendo lo que se ha repetido una y otra y otra vez.
¿Cuándo saldremos de ese círculo? Cuando aceptaremos que: “aquí estoy, estoy vivo, estoy aquí. El bien vive en mí y el mal también.
Una vez que comencemos a romper este hábito que tenemos creo que veremos un nuevo día y podremos tener una nueva valoración por el mensaje que tengo. Porque no soy el único que lleva este mensaje. Es un mensaje que se ha repetido durante siglos en todo el mundo, empezando con Sócrates: “conócete a ti mismo.”
Incluso antes que eso: “hay algo para comprender acerca de cada ser humano”.
Todo ser humano es cincuenta por ciento bueno y cincuenta por ciento malo. Y si solo han nutrido lo malo, entonces eso prevalecerá. Pero si han nutrido lo bueno, eso es lo que prevalecerá.
Tenemos que comprenderlo. No podemos empezar a encasillar todo. Toda nuestra vida eso es lo que hacemos, encasillamos todo. Vemos a un hombre con una cicatriz grande en su cara: es peligroso. Y puede ser la persona más dulce del mundo. Pero no es eso lo que vemos, solo vemos la cicatriz.
Vemos a alguien que es alto, a otro que es más fuerte que nosotros, a alguien que es más débil que nosotros. Todo el día estamos encasillando, encasillando, encasillando.
Somos seres humanos y estamos en este mundo. No somos mejores que un león. Ni mejores que una jirafa. Una jirafa puede hacer cosas que nosotros no podemos. Un león puede hacer cosas que nosotros no podemos hacer. El león tiene una ventaja: él es feroz, fuerte, pero cuando está satisfech, se va, deja de ser agresivo, se echa y se queda tranquilo. Nosotros, cuando estamos llenos seguimos queriendo más.
Hacer guerras cuesta mucho dinero. La guerra no es gratis. Se requieren armas, entrenamiento para usarlas, hace falta mucho esfuerzo para entrar en una guerra. Para la paz no tienes que hacer nada. No cuesta dinero y realmente no tienes que hacer nada, tan solo permitir que los seres humanos sean ellos mismos, dar a cada uno un poco de espacio y dejar que exista la bondad. Y todo funcionará.
Pero todas estas cosas que suceden, el terror, el miedo. Siempre han actuado en nosotros. El miedo al cielo y el miedo al infierno. En realidad debería decir “la fascinación con el cielo” y el miedo al infierno. “Si haces esto te irás al infierno.” ¿Te irás? ¿Adónde irás?
¿Qué es el infierno? Cuando no estás en el cielo, eso es el infierno. ¿Y cuando estás en el cielo? ¿Qué está sucediendo? Que estás en la luz, estás comprendiendo a tu propio ser. Has mantenido viva la bondad. Ha prevalecido la valentía en lugar del miedo. Ha perdurado el conocimiento en lugar de la ignorancia. Amas la claridad. Primero piensas, luego actúas….
Porque en este mundo, la mayoría primero actúa y después piensa. Cuando voy a las prisiones y hablo con las personas que están encarceladas les digo: “¿Recuerdas? Primero actuaste y ahora estás pensando, y vas a pensar durante mucho, mucho tiempo.”
Pero si tan solo hubieras pensado antes, y después hubieras actuado no estarías aquí, sentado, pensando y pensando y pensando.
Entonces, las posibilidades existen. ¿Pero por qué no está perdurando la bondad? ¿Por qué no perdura la comprensión? ¿Por qué no mantenemos vivos los elementos que nos van a ayudar a enfrentar los problemas que tenemos?
Estos problemas que tenemos no nos han caído del cielo, estos problemas los hemos creado nosotros. Todos los problemas que ves son en realidad creados por nosotros.
Lo bueno de esto es que, como los hemos creado nosotros, nosotros podemos deshacerlos. Existe esa posibilidad. Pero hace falta conciencia, hace falta valentía. Hace falta entendimiento, hace falta claridad para hacerlo.
ANTONIO:
A lo largo de estos cincuenta años has conocido a muchos líderes, seguramente has perdido la cuenta. ¿Ves que la mayoría tiene algo de esa sabiduría, o tu evaluación no es muy positiva?
PREM:
Recuerdo a una persona, pero no era un líder, era un granjero.
ANTONIO:
¿Recuerdas a uno?
PREM:
Si alguien me preguntara: “En tus cincuenta años, además de tu padre, tu familia, tus amigos o las personas que conoces y con las que hablas siempre, ¿hay alguien a quien hayas visto solo una vez, por un tiempo muy corto y que aún le recuerdes?”. Sería ese granjero.
Iba conduciendo en India, habían cargado el almuerzo pero olvidaron cargar el agua. Así que comimos el almuerzo y nos dio mucha más sed, hacia realmente mucho calor afuera.
Entonces vimos a este granjero al costado del camino. Estaba tirando en el agua su odre, su bolsa de cuero, y la sacaba llena de agua y regaba sus plantas. Fuimos hasta él y le pedimos si podía darnos un poco de agua.
El hombre fue tan bondadoso, dijo “si por supuesto, claro que sí.” Y nos dio agua. Luego dijo: “Ven, ven, tengo una pequeña choza por ahí y tengo un poco de pan seco y unos picles. Es todo lo que tengo, pero quiero ofrecértelo.”
Su bondad, su amabilidad… Ahí estaba yo, en mi automóvil, obviamente yo tenia mejores ropas que él, pero su amabilidad… Él sabía que yo también era un ser humano, que podía tener hambre, y me ofreció lo único que tenía.
Obviamente le costaba mucho trabajo conseguir ese pedacito de pan y hacer esos picles, pero los regalaba libremente, eso que yo diría que es probablemente lo más valioso para él, pero lo daba sin problema. Generosidad.
Yo era muy joven cuando esto sucedió pero nunca lo he olvidado. Y cuando hablo de él, lo veo. Sé que está muerto ahora, ya era viejo entonces, pero él nunca morirá porque vive en mí. Está vivo, está bien.
Viajo por el mundo y veo esa bondad. Cuando el bien está presente, qué bueno, qué bello puede ser todo.
ANTONIO:
Entonces, si dedico mi vida a hacer feliz a quienes me rodean, tengo más posibilidad de ser feliz que si trato de buscar mi propia felicidad. ¿Te adhieres a esa forma de pensar?
PREM:
Dependemos de otras personas para cierta clase de felicidad. Eso es verdad. Cuando un padre llega a casa y su hijo corre hacia él diciéndole: “papá, papá, que lindo verte, te quiero tanto.” O su esposa está esperando y dice: “qué lindo verte” o tus amigos dicen: “qué lindo verte”
Pero la felicidad real viene de ti, tu felicidad en realidad viene de ti. Los demás no pueden ser el catalizador. Porque si los demás son el único catalizador de esa felicidad y por alguna razón desaparecen, por lo que sea, te vas a encontrar muy solo.
Siempre digo que, si un hombre no puede caminar bien por lo que sea, usa muletas. Si le sacas esas muletas se caerá. De verdad, tienes que aprender a apoyarte sobre tus propias piernas, no sobre muletas.
Confiar y hacer todo lo que haces externamente, querer a las personas, no tiene nada de malo. Aceptar su amor no tiene nada de malo. Pero hay un amor dentro de ti en este tiempo que estás aquí, en el que estás vivo. Tienes que comprender ese amor. Tienes que aceptar ese amor.
Estás vivo, esta es tu verdad. Es lo que realmente está sucediendo en tu vida. No es tu negocio ni tu trabajo, nada de eso. Es que estás vivo. Naciste y un día vas a morir.
ANTONIO:
Tú has estado, como ya dijimos, medio siglo difundiendo tu mensaje de paz alrededor del mundo. ¿Qué es lo que te impulsa?
PREM:
Lo que me impulsa es mi corazón. Es mi corazón. ¿Y qué es el corazón? Es el lugar donde reside la claridad, donde está la valentía del ser humano. Es donde reside la divinidad en el ser humano, es ese lugar. Puede que no sea un lugar físico, pero es la combinación de todo lo bueno que hay en mí, donde perdura lo bueno en mí.
Estar vivo no es complicado. Ser feliz no es complicado. Mirar hacia adelante en tu vida, tener valentía, tener esperanza, tener belleza en tu vida no es complicado, no lo es. Vivir en paz no es complicado.
Lo complicado es la guerra. Tienes que alimentar la codicia, tienes que alimentar la inconsciencia, tienes que crear armas, crear países, tienes que dictar reglas, construir prisiones. Tiene que haber personas importantes y otras personas que no son importantes. Tienes que hacer tanto para llegar al punto en el que estamos hoy.
Y si un ser humano puede comprender que es humano, que existe bondad en su interior, que el bien habita en su interior… y que no tienes que hacer nada, no tienes que crear armas para la paz, no tienes que inventar guerras para que haya paz. Es sencillo, es todo lo que tienes que hacer.
Hubo una vez una competencia entre el viento y el sol. El viento dijo: “yo soy más poderoso”. El sol dijo: “yo soy el más poderoso”. Entonces decidieron hacer una competencia.
El viento dijo: “Yo voy primero. El desafío es que, ahí está ese hombre caminando por la calle, y quien pueda hacer que el hombre se saque su chaqueta, ese gana.”
Entonces, el viento empezó a soplar, y soplar, y soplar. Y el hombre se aferraba más y más a su chaqueta. Soplo con más fuerza, y más se aferró el hombre a la chaqueta. El viento soplo más aun, y más se aferró el otro a la chaqueta.
Finalmente, el viento se rindió, miro al sol y le dijo: “Bien, ahora es tu turno.” Y el sol simplemente brilló, dio más calor hasta que el hombre se quitó la chaqueta.
¡Para mí esa es nuestra naturaleza! ¡Eso pasará! Si esa luz entra en nuestras vidas, si permitimos que esa luz brille, esto es lo que sucederá. No es nada complicado, de verdad no lo es.