Confinamiento con Prem, Día 52

“Comprende tu naturaleza. Comprende que perteneces. Perteneces a esta tierra. Cuando tomas el aliento, cuando te sientes feliz, cuando tu corazón está lleno de alegría – perteneces”. – Prem Rawat

Los videos diarios de “En Confinamiento” de Prem Rawat presentan sus charlas, y cómo el Programa de Educación para la Paz ayuda a las personas a descubrir la paz personal. Mantente en contacto para informarte de los detalles sobre cómo reunirte virtualmente con Prem en un futuro próximo.

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El sentimiento de pertenecer

Prem Rawat:

Estamos aquí para hablar de este increíble tema, porque cuando se trata de pertenecer, es algo increíblemente importante para nosotros los seres humanos.

Cuando estamos en el mundo, aun de niños, tenemos la necesidad de pertenecer a la familia en la que estamos, con la que estamos. Porque sin sentir que pertenecemos todas las pequeñas peleas que puedan ocurrir con el resto de los otros parientes nunca tendrían sentido.

Pero luego, cuando crecemos y tenemos un círculo mayor, quizás el círculo de amigos, aún necesitamos este sentimiento de pertenecer, porque sin él nos sentimos alienados. Luego, si conseguimos un trabajo, tenemos que sentir como que pertenecemos, que pertenecemos a ese entorno, que formamos parte del círculo de colegas.

Así que, ¿qué es esto exactamente de pertenecer? ¿Por qué tenemos la necesidad de pertenecer? Como seres humanos, ¿a qué deberíamos pertenecer realmente que nos ayude a ser quién somos? ¿Cuál sería el aspecto de ese entorno?

Ayer acababa de llegar del continente e inmediatamente miré mi teléfono, había recibido una llamada que decía: «Este periodista quiere hacerte diez preguntas, ¿quieres contestarlas?»

Miré las preguntas y se referían a los síntomas: “¿Por qué es esto de esta manera? ¿Por qué aquello de tal manera? ¿Qué va a pasar con esto? ¿Qué va a pasar con aquello? Y las contesté, pero luego me puse a pensar en ellas y pensé: ¿Por qué nos fijamos en lo que ocurrió y no en por qué ocurrió?

Miramos una guerra y decimos: “Oh, es terrible; es terrible; es terrible «, pero no nos fijamos en por qué sucedió eso. ¿Por qué fallamos, repetidamente, en aprender de la historia? ¿Por qué somos incapaces de comprender que estas cosas que hacemos…?

Porque si te fijas, 16 millones y medio de personas han sido desplazadas, esto lo leí en uno de los titulares. Y ciertamente es muy triste y de gran preocupación.

Yo sé que las piñas tropicales no fueron responsables de esto. Quizá sean responsables de otras cosas, pero no fueron responsables de eso. Los tomates no fueron responsables de esto. De hecho, puedo decir con gran certeza que tampoco los delfines, ni las ballenas y ni siquiera el cocodrilo que puede ser bastante malo, ninguno de ellos fue responsable del desplazamiento de 16 millones y medio de personas.

Hmmmm. No fueron las uvas, ni las piñas, ni las ballenas, ni los delfines, me pregunto ¿quién habrá sido? ¿Un vampiro? Esto me recuerda un chiste…

Dos monjas iban caminando por una calle muy oscura una noche y se les apareció un vampiro, les mostró sus colmillos y los ojos rojos y … una de las monjas se dirige a la otra monja y le dice: “Hermana Margaret, hermana Margaret, muéstrale tu cruz; muéstrale tu cruz. Y la hermana Margaret dijo: «¡Vete de aquí!» (En inglés la palabra cruz también puede significar enojo, enfado).

Así que, la intención era una y resulto otra cosa, y es como que todo el mundo se queda perplejo. Es como: «Uh, ¿cómo sucedió eso?»

Bueno, hagamos una lista de quién crees que es responsable. ¿Las piñas tropicales, las uvas, los gorriones, los halcones, las águilas, los hombrecitos verdes? Bueno, ¿quién? Y te vas a sorprender con la respuesta: ¡Nosotros! Nosotros somos los responsables. Nosotros lo hicimos.

Muchos aquí dirán: «Yo, no tuve nada que ver con eso». Muchos tienen esa actitud y entiendo por qué. Porque tenemos una gran necesidad de sentirnos exculpados, no importa cuál sea la situación queremos sentirnos revindicados. Cuando te para el policía y te dice: «Ibas con exceso de velocidad», nuestra primera reacción, es: «No…»

Una vez me detuvieron a mí, hace mucho tiempo, y el policía me dijo: «Iba con exceso de velocidad». Y le dije: «Lo sé». Porque era verdad. Y se quedó sorprendido; me miró… y lo mejor del asunto es que no me dio una multa.

Pero queremos ser exculpados. No queremos aceptar la responsabilidad, “¡ah está sucediendo tal cosa en el mundo!” “¿Pero yo que tengo que ver? ¿Y yo qué puedo hacer?”

Así que, paremos. Ahora te preguntaré lo siguiente: «¿Quién eres?»

En un cuarto oscuro, un cuarto muy oscuro, yo digo: «Dios mío, aquí está muy oscuro. No puedo ver nada, está oscurísimo», y todas las respuestas son “yo no tengo que ver con eso».

¿Qué estoy insinuando aquí? ¿Eres una bombilla? ¿Quizás tengas el poder de disipar la oscuridad pero no lo sabes? Que lo único que tienes que hacer es brillar un poco. Y puede que tu digas: «¿Qué voy a logar con eso?». Tengo una analogía para ti.

Si tienes una lámpara, te acuerdas de las lámparas antiguas con la mecha y el aceite, si tienes una de esas lámparas o una vela… es mucho más fácil de imaginarse una vela, una de esas largas. Y una de las velas esta apagada y la otra esta encendida.

¿Y bien? Tenemos una vela apagada y otra encendida. Ahora, tomas la vela encendida y la pones al lado de la vela apagada de manera en que se junten sus mechas. ¿Qué pasará? ¿Acaso la mecha apagada también va a apagar la vela encendida?

¿No? ¿Estás seguro? O será al revés, donde la vela apagada se va a encender sin que haya ningún cambio en la vela encendida.

Presta atención a las dos cosas: cuando la vela encendida enciende a esta otra vela apagada su brillo no tuvo ninguna disminución. No fue como un cincuenta por ciento menos porque yo le di un cincuenta por ciento de mi brillo a la vela apagada. No la otra también se encendió.

¿Como puede ser? ¿Por qué existe esta regla? ¿Acaso no pensamos que la negatividad prevalece? ¿Acaso no hemos creído durante mucho tiempo que la negatividad de este mundo nos afectaría a nosotros y nos haría más negativos? Por eso esas personas se van a sentar en la cima de las montañas, lo más lejos posible de todo el mundo, porque como te puedes imaginar no quieren tener nada que ver contigo.

¿Pero no es al revés? Si tú estás encendido no tiene límite la cantidad de velas que puedas encender. El único límite es que el día en que ya no estés encendido, entonces todo el poder que tenías de encender otras velas se habrá acabado. Pero mientras te mantengas encendido, sin importar cuántas velas enciendas…

Ah sí, existe esta otra palabra «sacrificarse», ¿verdad? Pero la analogía que acabo de dar de las velas no implica ningún sacrificio. “Oh Dios mío, ¿sin sacrificarse? ¿Esta vela simplemente enciende a otra? ¿Ahora esta tiene el mismo poder que la otra?” Y pueden encender a dos, a cuatro y a dieciséis. Y si continúas haciéndolo en la calculadora rápidamente se agotarán los números muy rápidamente.

La gente se pregunta cómo es posible la paz. Haz el cálculo. Es matemáticamente posible. Pero depende de una cosa, de que estés encendido, no apagado. Y la única manera en que puedes estar encendido es si comprendes quién eres.

Y que perteneces. ¡Perteneces! Perteneces sobre la faz de la tierra, perteneces. No por lo que haces. Perteneces, no por lo que piensas. Perteneces, no por tu ideología ni tu filosofía sino porque estás aquí. Porque existes.

En el momento en que comenzó el universo, no solo nuestro universo, todos los universos, ¿no existía la posibilidad de vida en ese momento? Debería. Quizás el oxígeno no existía, pero la posibilidad de poder tener oxígeno existía. Quizás el hidrógeno no existía, pero la posibilidad de que hubiera hidrógeno existía.

Así que desde ese momento tus cartas ya estaban echadas, ¿de acuerdo? ¿Sientes que perteneces? El hecho de que estés vivo sobre la faz de esta tierra lo hace posible, la misma posibilidad que puso la luna donde está no es diferente, lo que puso el sol donde está, lo que puso todas las estrellas en nuestro universo, conocidas y desconocidas… Se trata de la misma fuerza, de la misma posibilidad que te ha puesto a ti aquí.

La misma que puso todas las hormigas sobre esta tierra, que puso todas las termitas sobre la tierra, a propósito, hay toneladas de termitas por cada ser humano, pero ha puesto termitas sobre la tierra, las hojas de la hierba, la arena en las playas, el agua en el océano, las estrellas que ves, las que están ahí y las que no…

Esa misma fuerza ha hecho que sea posible para ti estar vivo en este instante. ¿Perteneces?

Mientras que el aliento entra en ti, mientras estés vivo, ese debería ser el indicador de que todo está a tu favor. También seré honesto, debería serlo: ¿acaso eso ocurre para mí todo el tiempo? Absolutamente no. ¿Hay cosas que me hacen enojar? Claro que sí.

Y ahí es cuando debo recordar: «Tengo que hacer el esfuerzo». Esto lo he estado haciendo durante cincuenta años, hablándole a las personas de la posibilidad. Pero aun yo tengo que recordar y hacer el esfuerzo de recordar que aun cuando las cosas no parece que van a mi favor, la realidad es que así es.

Que cuando todo está oscuro y parece que no tiene sentido y te sientes abandonado, ¿acaso las velas han invertido su función? No, la vela encendida aún encenderá la vela apagada.

Comprende tu naturaleza, comprende que perteneces. Perteneces a esta tierra. Comprende que perteneces. Cuando tomas el aliento, perteneces. Cuando te enciendes, perteneces. Cuando estas feliz, perteneces. Cuando tu corazón está lleno de alegría, perteneces. Cuando estás lleno de claridad, perteneces.

Y si estas cosas te intrigan remotamente no debes buscar más lejos de ti mismo para encontrar la fuente.

Necesitamos pertenecer, comprender que este es el momento valioso. No se repetirá, pero estás vivo y tienes la posibilidad de ver. En este momento, el mismo poder que permite que la vela encendida encienda la vela apagada tiene la posibilidad. Esta transferencia está en marcha. Esto es vivir. Esto es pertenecer. Reconocerlo, tomarlo y aprovecharlo.

Brilla en esa luz y te sorprenderá cuántas otras velas acabarás encendiendo durante tu tiempo en esta tierra.