Confinamiento con Prem Rawat – Día 81

“La verdadera gratitud se siente cuando el corazón está lleno.” – Prem Rawat

Los videos diarios de “En Confinamiento” de Prem Rawat presentan sus charlas, y cómo el Programa de Educación para la Paz ayuda a las personas a descubrir la paz personal. Mantente en contacto para informarte de los detalles sobre cómo reunirte virtualmente con Prem en un futuro próximo.

Audio

Individuo 1: [hombre]

Me siento agradecido en la vida si tengo un trabajo en donde puedo trabajar con el corazón…

Individuo 2: [mujer]

Es sentir agradecimiento por las cosas que uno tiene y lo que uno simplemente siente.

Individuo 3: [hombre]

No se puede explicar. Es un sentimiento cálido, como apreciar lo que todos a mi alrededor han hecho por mí.

Individuo 4: [hombre]

Definitivamente no hay suficiente gratitud en el mundo. Y las personas que no sienten gratitud están como tristes, deprimidas, algo gruñonas y pesimistas…

Individuo 5: [mujer]

Gratitud, para mí, es tener el corazón para apreciar; no porque lo tienes todo sino porque agradeces lo que ya tienes.

Prem Rawat:

La verdadera gratitud se siente cuando el corazón está lleno. Tiene el poder de transformarte porque te llena. No lo has creado tú pero surge de ti. Lo siente el corazón y el corazón lo expresa.

Texto en pantalla:

PROYECTO GRATITUD

Prem Rawat:

Estoy muy contento de estar aquí y de tener esta oportunidad de hablar de algo que es muy profundo. Muy malinterpretado pero, sin embargo, muy profundo. Por supuesto que me refiero a la gratitud. Ahora, ¿por qué se malinterpreta? Porque las personas se dicen a sí mismas: “Debería sentir yo más agradecimiento en mi vida”.

Pero no lo sientes. Eso es un hecho ¿Deberías? Sí.

Es como hacer estas resoluciones de Año Nuevo que luego no cumples. Porque entonces ¿qué vas a hacer al año siguiente? Necesitas que esa resolución siga pendiente para poder decir: “Ah, sí, sí, este año sí que la cumplo.” Y es así como funcionamos.

Pero la verdadera gratitud no es fabricada. Es real. Viene de adentro cuando las cosas están bien, no cuando están mal. Cuando están bien. Así que, ¿cuáles son las cosas que tienen que estar bien para que pueda fluir del ser humano la verdadera gratitud? Una de las cosas que tiene que suceder es que tiene que haber apreciación. Pero ¿apreciación por qué?

Cosa interesante, hace unos días estaba aún despierto por la noche, y en mi baño tengo una libreta. Anoté algo en esa libreta: “SLY”. En inglés esta palabra no es bonita (en inglés significa “pícaro”). “S-L-Y.”

Así que ahí está ¿Qué significa? “S-L-Y.” Y lo que me había venido a la mente esa noche era: “Alguien te ama”. Solo eso: “Alguien te ama”. Como estaba oscuro, en vez de escribir toda la frase, escribí solo “S-L-Y” (las iniciales de dicha frase, en inglés).

¿Y quién es este “alguien”? (Inmediatamente, “alguien”). Bueno, la “s” podría referirse a “algo”, no tiene que ser “alguien”, podría ser también “algo te ama”.

Es inútil tratar de averiguar quién es ese alguien porque no tienes esa capacidad. Puedes tener imaginación, pero tu imaginación se quedará corta ante la realidad de quién es ese “alguien”.

Así que, sabiendo que es inútil, ni lo intento. Pero ¡te ama! Eso es bueno. ¿Y esto cómo lo sé? Porque este regalo del aliento llega a mí. Se me ha dado una oportunidad de estar vivo.

Y es simplemente viendo los regalos que se me han dado… Y me ha llevado mucho tiempo en mi vida, mucho tiempo, darme cuenta de que los regalos que se me han dado pesan más que todos los problemas que tengo en mi vida.

Así que estoy trabajando para poder llegar a ese punto en el que se puede apreciar, porque una vez que puedes sentir apreciación, puedes tener gratitud.

Pero cuando nos encontramos con nuestro problema, ese problema nos intriga tanto, estamos tan dispuestos a buscarle solución que nos volvemos ciegos a lo que nos rodea. Que este aliento sigue llegándome. Que sigo teniendo en mí un océano de respuestas. Que tengo un océano de claridad en mí. Un océano de bondad en mí. Tengo un océano de alegría en mí. Tengo sencillez en mi vida. Tengo luz en mí. Estas cosas, sin importar lo que esté sucediendo.

En Australia fue la primera vez que hablé de estos dos muros. Estos muros importantísimos, ¿verdad? El muro por el que sales y el otro muro que atraviesas y desapareces. Sales por un muro y estás aquí; y luego está el otro muro, cuando chocas con ese muro, ya desapareces.

A dónde vas, nadie lo sabe. Te gustaría saberlo porque tienes tanta curiosidad por todo. Te gustaría saber, como si eso fuera a cambiar las cosas. No las va a cambiar, pero a ti te gustaría saber.

¿Y por qué no sientes curiosidad por esa fuerza, la fuerza que está separando estos dos muros? Podrían haber estado así: uno e inmediatamente el otro: “¡Pum, pum, y te vas!” Y sucede. A veces sucede así. Pero, para ti esto se ha separado como con palancas.

Yo sé que hay ciertas historias como ésta en la India y por supuesto en Occidente también, en que se separaron las aguas del mar. Esto es más que una separación de las aguas del mar. Estos son los dos muros a los que les encantaría estar juntos. Los han forzado a separarse. ¡Y la fuerza que se requiere para separar estos dos muros es inmensa!

¿Cuál es esa fuerza? Se expresa en ti. Esa fuerza que es tan poderosa, tan poderosa que separa esos dos muros. Se expresa en ti de la manera más dulce que puedas imaginar: como el aliento que entra y sale. Y mientras siga sucediendo eso, amigos míos, esos dos muros no se pueden tocar el uno al otro. Y punto.

¿Cómo aprecias eso? ¿Cuánto lo aprecias? ¿Conoces el valor de la bondad en tu vida? ¿Conoces el valor de la claridad en tu vida? ¿Conoces el valor de la alegría en tu vida?

Así que, ese “alguien” que te ama te ha dado estas cosas para que las uses como quieras, tanto como quieras. ¿Crees que la bondad tiene límite? ¿Piensas que te vas a quedar sin bondad en algún momento? Técnicamente, ¿se puede agotar la verdad? ¿Es posible eso? ¡No! ¿Es posible que se te agote la alegría? ¡No!

Pero cuando llegan esos problemas elegimos la tristeza, sentimos lástima por nosotros mismos en vez de alegría y de seguir celebrando la vida, de seguir celebrando que estos dos muros siguen estando separados.

Cuando las personas hablan conmigo, hay personas que ya pueden oler el otro muro. Lo pueden sentir. Puedes sentir el olor de ese otro muro, tiene un olor y se puede sentir en el aire. Es desagradable. Ya viene, a medida que te acercas más y más.

Y yo les digo a esas personas: “Pase lo que pase, recuerda este aliento. Recuerda que esto es un regalo”. Un regalo no se mide por la cantidad, por el peso, por el volumen, sino por la generosidad del dador. La generosidad de haber hecho incluso que esto pueda suceder.

Dentro de ti reside esta experiencia asombrosa. La experiencia más absolutamente asombrosa. La experiencia de eso mismo, de ese poder, de ese… ¿Qué puedo decir? De eso que está separando los dos muros. Y lo único que se necesita es que tú sepas ir hacia adentro, conectarte y simplemente presenciarlo.

Es tal el poder de esto, es tal el poder de esto que te deja con paz. Es tal el poder de esto que te deja en esa alegría simple y profunda.

Y repentina, lentamente, todo empieza a disiparse. Todo deja de importar. Lo único que importa es el viaje mismo. El viaje con el aliento. Deslizarse con este aliento como esas olas en el mar. Este aliento entra, esta fuerza poderosísima que se ha hecho tan dulce separa esos dos muros. Existo, y puedo apreciar mi existencia.

Esa pregunta que hice: “¿Quién es ese alguien?”, nunca se ha respondido. Nunca se ha contestado. Y esa pregunta sigue ahí. Soy un ser humano y tengo esa pregunta igual que tú.

Pero he surfeado en esa tabla, he navegado en ese momento llamado ahora. Y ahora obtuve una respuesta. He aquí la parte complicada: obtuve una respuesta a una pregunta que ni siquiera había hecho. Y estoy satisfecho, aunque esa pregunta sigue sin respuesta.

Y está bien. Estoy pleno. No estoy pleno por alguna cosa sino que he encontrado la plenitud de mi claridad en mí. Me he atrevido a zambullirme y he amado. Y sé… sé que no toqué fondo. Hasta donde alcancé a ver, vi claridad. No había fin. Y si eso no fuera suficiente: me he zambullido en el océano de la bondad y no toqué fondo. Ni siquiera lo intenté. Y quedé anonadado por su inmensidad.

Estoy pleno porque se me ha enseñado la plenitud de esta vida. Esto es lo que deberías hacer tú también. Te digo esto porque si yo puedo hacerlo, tú puedes hacerlo.