ENCONTRAR TU FORTALEZA INTERIOR
KUALA LUMPUR, MALASIA
Me gustaría contarles una historia. En la vieja tradición, la forma de aprender era que aquellos estudiantes que querían aprender algo buscaban un maestro, y este maestro se sentaba y les hablaba. No existían los libros, era tradición oral, y muchos maestros en realidad no querían escribir sus enseñanzas porque pensaban que al hacerlo no se mantendría actual.
Pero esto proporcionaba un acogedor entorno en el que se daban discusiones y otras cosas hermosas que sucedían. Había un gran maestro que quería conducir a sus alumnos a comprender algo. Entonces, un día tomó un vaso con agua y les dijo: “¿Cuánto crees que pesa este vaso con agua?”
Los alumnos, como son los estudiantes, empezaron a adivinar. “Debe pesar como medio kilo, o un cuarto de kilo”, lo que sea que se les ocurría. Él dijo: “Bueno, es solo un vaso de agua, no pesa mucho, ¿verdad?”. Sí, es solo un vaso de agua. “Crees que cuesta mucho sostener este vaso de agua?”. Dijeron: “No, no cuesta mucho sostenerlo. No pesa mucho…”
“Pero, ¿por cuánto tiempo? Porque si sigues sosteniéndolo con el brazo extendido, el mismo vaso de agua, sin agregarle ni una gota, adivina ¿qué sucederá? Se pondrá cada vez más y más pesado. No por el agua sino porque tu brazo se cansará cada vez más y más, hasta que llegará un momento en el que no podrás sostener más el mismo vaso de agua”.
Esa es la historia. ¿Qué significa para ti? Miras un problema en tu vida y dices: “Me ocuparé de eso más tarde. Puedo resolverlo. Está bien, está bien. Yo puedo lidiar con esto”
Y sigues sosteniéndolo, y está cada vez más y más pesado, hasta que el mismo problema, sin haber cambiado, ya no lo puedes soportar. No puedes soportarlo más. ¿Qué tienes que hacer? ¿Cuál es la solución? Es muy sencillo: ¡déjalo! Déjalo ir, suéltalo.
En nuestra vida también nos afectan tanto los problemas que tenemos. ¿Y cuál es el problema? Que, de verdad, la naturaleza humana fundamental no es estar enojado. La naturaleza humana fundamental no es vivir confundido ni vivir en la oscuridad. La naturaleza humana fundamental es disfrutar.
Sentir gratitud cada día de tu vida, comprender su valor inapreciable. Entender lo valioso que es este aliento que se te ha dado, ésta es la bendición. Ésta es la realidad para ti, ésta es la realidad.
Siempre hablo de que hay dos muros. Uno lo atravesaste el día que naciste, atravesaste un muro. Ahora estás vivo y sigues, sigues, sigues hasta chocar con el otro muro. Y cuando lo hagas, desaparecerás, te irás a través de él. ¿Adónde iras? Nadie lo sabe, están tratando de imaginarlo.
Luego viene toda la saga compleja de: “El cielo, ¿irás al infierno? ¿Adónde irás?”, y cada uno tiene sus propias definiciones de lo que es. “Esto será así, y aquello será asá”.
No estoy aquí para discutir eso ni para cambiar tu idea al respecto. Tampoco para decir que no es así. Lo que digo es que también es posible que en este tiempo que tienes entre los dos muros puedas crear tu cielo aquí, ahora. Eso es todo.
Déjame decir que estos problemas que tienes son como el vaso de agua. ¡Déjalos! Date un descanso. Tu vida no es para eso. Abre tus ojos y mira. Comprende, no solo imagines sino comprende. Contempla la bella realidad de tu existencia, para ti. Para ti.
El día que entiendas la riqueza de tu existencia, después de eso nunca serás pobre, ¡nunca, nunca! Porque es invaluable. No tiene precio.
El día que entiendas tu fortaleza… y es de eso que estaba hablando antes. El día que comprendas tu fortaleza te darás cuenta de que, de verdad, puedes mover montañas. No montañas físicas, sino tus montañas.
Tu montaña es la oscuridad. Dicho eso, ahora, quiero decirte algo más. De la oscuridad a la luz hay un camino despejado. Del dolor a la alegría hay un camino claro. Encuéntralo. No mires los obstáculos, no mires tus problemas. Todos hemos aprendido en este mundo a ver los problemas. “¿A qué te dedicas?”. “Hablo de la paz”. “Oh, la paz en este mundo no es posible”.
Sí, es posible si sabes encontrar el camino. No los problemas, no los problemas. No los obstáculos y lo abrumador, sentirte abrumado por los obstáculos, sino encontrar ese camino despejado y simplemente quedarte en él. Y puedes lograr resultados increíbles en tu vida.
Simple, sencillo. Pero nuevamente, es cuestión de hábito. Te has hecho tan bueno en reconocer problemas que cuando llegan las soluciones no puedes verlas. Las soluciones llegan, pero tú no puedes verlas.
¿Qué hábitos has adquirido? ¿Y por qué? Mira, no soy un psicólogo ni una persona que va por ahí dando consejos sobre cómo debería ser la familia. No es eso lo que hago.
Pero, ¿por qué digo esto? Porque tal vez un día, simplemente, si no eres tímido para decir “te amo” a las personas que amas, un día serás capaz de mirarte a ti mismo y decir “te amo”. Ese día te aseguro que tu vida cambiará.
Porque tú no te amas, te juzgas. No estoy hablando del amor equivocado, del amor del ego. No hablo de la clase de amor que dice “yo no puedo hacer nada mal”. No hablo de esa clase de amor.
El verdadero amor. “Estoy enamorado de este aliento porque es un regalo que no podría jamás haber imaginado pedir”. ¿Podrías, podrías? ¿Podrías imaginar alguna vez pedir un regalo como este aliento? ¿Puedes? Pedirías una casa, pedirías un auto, pedirías una novia, pedirías un reloj, pedirías un zapato o pedirías una camisa, es lo que haces.
Pedir un regalo tan increíble como es el regalo de la respiración… Comprender y aceptar esta maravillosa oportunidad de vivir. No quedar atrapado en alguna imaginación sino ver la realidad y ver lo hermosa que es esa realidad. Que este aliento llega a ti y te trae tu vida, y te llena. Que bonito es eso.
Y no se trata de ese muro. Ese muro no gana. No quiero que gane. Porque si puedo entender el valor del ahora entonces he derrotado a ese muro. Y aunque este circo se levantará, un corazón se irá del circo lleno de gratitud.
No vacío, como el caso de Alejandro. “Viniste con las manos vacías y con las manos vacías te tienes que ir”. “Viniste con las manos vacías, pero con las manos vacías no tienes que irte.”
Cuando este corazón está lleno de gratitud, cuando este corazón ha reconocido, cuando este corazón ha entendido la belleza de este increíble jardín en el que vivo, de cada día, las puertas que se abren, las oportunidades que se presentan …
Escucha, no estoy diciendo que así es para mí todos los días. ¿Qué si me pierdo en mis problemas? Absolutamente. ¿Me olvido de dejar el vaso? Completamente. Pero necesito seguir haciendo un esfuerzo para dejar el vaso.
Hoy alguien me pidió si podría hablar acerca de la total conciencia de la mente (porque yo había hablado acerca de eso en el evento Kind Malasia), “¿podrías hablar acerca de la total conciencia de la mente?” Y dije: “En realidad, hay un problema. El problema es…”
Estaba diciendo a esta persona: creo que he acuñado una nueva palabra, que no es total conciencia de la mente sino total conciencia del corazón. Porque yo sé qué llena mi mente, lo tengo muy claro, sé de qué está llena mi mente. Sé de qué está llena mi mente, pero soy lo bastante afortunado como para saber de qué está lleno mi corazón.
Y quiero vivir desde ese corazón lleno, la total conciencia de mi corazón. Porque ahí es donde reconozco la luz, no la oscuridad. Es ahí donde reconozco la compasión, no la ira. Es ahí donde reconozco la claridad, no la confusión.
Porque el problema es que mi mente en realidad no sabe acerca de la claridad pero tiene muy claro en qué consiste la confusión. Mi mente no conoce realmente la luz, pero conoce muy bien la oscuridad. Y mi mente no sabe acerca de la compasión, pero tiene muy claro qué es la ira, «y con quién deberías estar enojado».
Mi mente tiene muy claro lo que no va a funcionar, la mitad del tiempo. Pero mi corazón tiene muy claro lo que sí funcionará. Total conciencia del corazón. En tu vida, total conciencia del corazón. Porque ese es el reino de ir a tu interior y sentir quién eres de verdad. Ese es el paso fundamental, el paso fundamental para conocerte a ti mismo.
¿El resto? La rutina continúa. Has venido aquí y lo agradezco mucho. Has venido aquí, me has dado la oportunidad de decir lo que quiero decir. Me has escuchado, gracias. ¿Lo recordarás? Probablemente no, en su mayor parte. Pero debo decirte que, si puedes aplicar en tu vida un poquito de lo que he dicho, puede cambiar tu vida para bien.
Esta es una píldora increíble. Se llama la píldora de la claridad. Es poderosa, muy poderosa. Quienes la han tomado han cantado alabanzas de cómo esta claridad ha traído alegría a sus corazones.