Confinamiento con Prem Rawat – Día 5

“Ten agradecimiento, se positivo, ¡se real! Comprende la realidad. Eres parte de todo lo que te rodea. Cuando puedes brillar, mantie-nes la oscuridad a raya. Y eso es tan impor-tante—cada día—mantener la oscuridad a raya.”— Prem Rawat

Confinamiento – Día 5

Hola a todos. Espero que estén bien con todo este drama y trauma. Aquí, Prem Rawat.

Un día más, otra oportunidad para hablarles en esta extraña situación en la que la indecisión, las ideas, el miedo y todo lo demás está dando vueltas y vueltas. De lo que me gustaría hablar en medio de todo esto, es de esa claridad: que tú tengas este regalo del aliento en tu vida, del hecho de que estés vivo, de que estés aquí en este hermoso planeta.

El sol no ha cambiado, ahí está. Por supuesto, escuchamos acerca de las noticias. «Coronavirus», noticias concentradas, noticias enfocadas: «Esto está mal, aquello está mal; esto no sucede de esta forma, no sucede de aquella». Y día tras día, la cantidad de casos aumenta y aumenta en el mundo.

Estaba yo leyendo un poco sobre Nueva Orleans, hicieron el Mardi Gras (el carnaval) y todas las personas salieron. Y ahora mucha gente se está enfermando.

Hay muchas personas jóvenes que dicen: “No me importa si tengo coronavirus, solo quiero pasarla bien». Y los datos demográficos de personas que se están enfermando en Estados Unidos son muy distintos. Hay muchas más personas jóvenes enfermándose en Estados Unidos que en otras regiones.

Entonces, a veces te preguntas: «¿De qué somos exactamente capaces?» Es muy sencillo: tenemos que aislarnos. Si te aíslas, si no te contaminas, tarde o temprano esto pasará. No tienes que enfermarte, simplemente tienes que guardar esa distancia social.

¡Eso para la gente es tan difícil! Mantener la distancia social. Quieren estar y… «tenemos que hacer esto, tenemos que hacer aquello». Es a lo que están acostumbrados.

De repente, algo sucede. Todo lo que tú pensabas que era normal ya no es normal y no puedes hacerlo. De hecho, si lo haces, es perjudicial para ti.

Eso me recuerda una historia, «¿Cuál es la realidad?»:

Había una vez un rey. Era bastante rico, tenía un hermoso reino y las cosas estaban bien. Un día tiene un sueño, sueña que está luchando contra su vecino. Están en guerra, una guerra frenética. De repente pierde la guerra y tiene que huir del campo de batalla, se tiene que alejar lo más posible para salvar su vida.

Va corriendo y corriendo, por fin llega a la selva. En medio de la selva, allí se encuentra. Está cansadísimo, está herido, ha estado corriendo por mucho tiempo y tiene hambre. Las cosas están mal.

De repente ve una pequeña choza. Se acerca a la choza y allí hay una anciana a la que le pregunta: «¿Podrías darme algo de comer, por favor?» Ella le dice: “No tengo comida preparada para darte. Pero te doy este poquito de arroz y este poquito de lentejas. Tú puedes cocinarlas, hacer un kitcheri y satisfacer el hambre».

El rey le dice «gracias”. Se lleva el arroz y las lentejas. Consigue una olla pequeña. Sale a buscar madera, leña. Está lloviendo y la leña está mojada. Sale humo, él intenta encender un fuego. Le lleva un rato largo, pero finalmente logra encenderlo.

Tiene mucha hambre. Está destrozado, desolado, cansado. Perdió su reino… todo se le está cayendo encima. Por fin logra cocinar el arroz y las lentejas. Pero están demasiado calientes para comer, así que extiende las lentejas y el arroz en una hoja para que se enfríen.

Mientras tanto, hay dos toros que están peleando y se acercan adonde él está enfriando su comida. Y lo siguiente que sabes es que toman lo que él ha hecho con gran dificultad y simplemente lo mezclan en el lodo, lo destruyen, lo echan a perder.

Esto ya es demasiado para él. Suelta el llanto, las lágrimas caen por sus ojos y se despierta. Las lágrimas que humedecen su cara lo despiertan.

Despierta y mira a su alrededor, ¡de repente ve que está en su alcoba! Tiene su hermosa cama de terciopelo, unas hermosas columnas adornadas, la lámpara, los guardaespaldas… y está desconcertado. ¡El sueño fue tan real para él! Queda realmente desconcertado.

Finalmente se levanta y dice: «Dios mío. ¿Cuál es un sueño? El haber perdido la guerra, estar en la selva, cocinar esa comida, ¿ese era el sueño y es esta la realidad? ¿O es al revés? ¿Todo esto es un sueño (que soy rey, que todo está bien) y aquello era la realidad? Perder la guerra, no ser nadie, estar en esa situación extrema, ¿era esa la realidad?”

Esto lo deja muy desconcertado. Entonces, al día siguiente se levanta, va a su corte e inmediatamente anuncia: «Tuve un sueño y quiero saber cuál es la realidad. ¿Es esta la realidad? ¿O es aquella? Que estoy en graves aprietos… ¿Es esa la realidad? ¿O la realidad es que soy el rey?”

Bueno, les voy a contar la versión corta. Muchas personas le dicen: “Sí majestad, eso fue un sueño, esta es la realidad: eres un rey, un muy buen rey. Está todo bien.» Pero él no se queda satisfecho.

Finalmente, este chico que se llama Ashtabakr, (que literalmente significa que estaba todo torcido, que su cuerpo era deforme), es él quien pone las cosas claras. Y esto es lo que le dice.

Es un poco dramático. Porque llega, y cuando todos lo ven entrar a la corte trayendo la respuesta comienzan a reírse. «¿Cómo es posible que esta persona toda torcida, deforme, va a contestar la pregunta?»

De repente se vuelve hacia el rey y le dice: «Majestad, ¿por qué me has llamado aquí, en compañía de estas personas que solamente pueden saber de mí lo que ven en el cuero» (el cuero significa la piel). “Es todo lo que ven y ya han decidido quién soy. Ni siquiera han hablado conmigo, ni siquiera han visto lo que hay dentro de mí y me están juzgando en base a lo que ven».

Así que el rey se da cuenta de que se trata de alguien que no es común y corriente, es extraordinario. Le cede el trono y le dice: «Por favor, siéntate aquí» y le da la bienvenida.

Después de que el rey hace la pregunta, él comienza: “Majestad, eso… donde perdiste la guerra y estabas en la selva, eso fue un sueño». Y tu pregunta de que ves tu reino, ves tu palacio, ves tu cama: «¿Es eso un sueño?»

Le dice: “Eso también es un sueño, majestad. La realidad está más allá de las dos cosas. La realidad está dentro de ti. No está en lo que ves ni en lo que percibes. Todo eso cambiará.”

Así que, en estos tiempos no puedo evitar pensar en esa historia, en que todo lo que percibimos es un sueño (un sueño muy realista). Y es un sueño debido a los dos muros, el muro por el que entramos y el muro con el que vamos a chocar y desaparecer del otro lado. Eso hace que todo esto sea un sueño, muy realista…

Pero muchos santos en su época han dicho: “Esto es solamente un sueño, porque un día despertarás y esto no será así. Será otra cosa». Todo sigue cambiando. Todo sigue cambiando, vienen las pesadillas, sucede esto y sucede aquello.

¿Entonces, qué haces? De alguna manera debes ponerte en contacto con esa realidad verdadera. Y resulta que esa es la realidad que está dentro de ti. No un concepto ni una idea.

Y tal vez durante este tiempo, debido a las circunstancias, esta historia suena un poco más verdadera que en un maravilloso día normal, cuando todo sale como a ti te gusta.

Cuando todo ya no sale como a ti te gusta y tienes que decir: «¡Está bien! Estoy aquí. Lo más importante es este aliento que entra y sale de mí. Yo soy. Existo. El milagro de los milagros está ocurriendo. Estoy aquí. Y porque estoy aquí y quiero saber quién soy disfrutaré de ese proceso de ir hacia adentro y sentir quién soy en realidad”.

Todo esto cambiará. Las cosas volverán a ser «la rutina». Y cuando la vida se convierte en una rutina opaca y aburrida ya no estás en contacto con tu vida.

Porque hay algo emocionante en cada día. Hay algo emocionante en cada momento. Hay algo emocionante en cada aliento que llega a ti. Y esa es tu realidad. Esa es tu realidad.

Todo esto que ves, todo lo que percibes, es, y dejará de ser. Esa es su realidad. Y luego hay algo que fue, que es, y que será.

Después de todo, la creación de la Tierra y todo esto no es tan antigua. Hablando relativamente, no hace tanto tiempo que estamos nosotros en la Tierra. Sí, hemos hecho avances enormes. Pero esos avances, ¿qué hacen por nosotros?

De repente encontramos que tienen que entrar en juego las necesidades humanas básicas: ¡lo más básico, lo fundamental! ¿Y dónde estás tú con esos fundamentos? ¿Te gusta? ¿Puedes vivir con eso? ¿Puedes disfrutar del día de hoy? ¿Puedes ser? ¿Puedes existir? ¿Puedes seguir cortejando la claridad? ¿Puedes seguir sintiendo gratitud por el día de hoy?

O es como una confusión total: «Dios mío, tenemos este problema y aquel… ¿escuchaste esas noticias?» Y es todo un hervidero. Ya sabes, están todos enardecidos. Esto negativo, aquello negativo. Y te das cuenta de que «está bien». Está bien; existes. Siente agradecimiento. Sé positivo. ¡Sé real! Comprende la realidad.

Y tú formas parte, eres un componente de todo lo que te rodea. Tú eres parte de eso. Y cuando puedes brillar, entonces mantienes la oscuridad a raya. ¡Eso es tan importante!

Eso es importante cada día, con o sin coronavirus. Todos y cada uno de los días, mantener a raya esa oscuridad, mantener a raya la confusión, permitir que entre la claridad y sentir cada día agradecimiento por el hecho de estar vivo.

¿Es así de simple? Por Dios, es simple, increíblemente simple. Y sin embargo sé que es increíblemente difícil. Es profundo, pero es difícil a cada momento poder estar con esa realidad.

Entonces, no como ese rey que se confunde, sino con esta claridad: sigue adelante cada día y mantente en ese hermoso lugar.

Así que les hablaré pronto. Cuídense. Que estén bien, que estén saludables. Mantente a salvo y vive.