“En lo más profundo de las montañas, vivía un jardinero...” que conocía la tranquilidad y la paz interior. Su amorosa bondad, trajo la comprensión al balde agujereado que solo veía sus fallas. “Cuando el desierto florece” es la presentación del jardinero de la consciencia de uno mismo: Prem Rawat.
Este libro, que se disfruta de principio a fin, invita a sus lectores a sumergirse en su interior y cuidar del terreno de su corazón.
Dichos que rebosan sabiduría, relatos breves y atractivos y preguntas para poner al descubierto “tu verdadero yo, el que nunca envejece, aunque tu cuerpo lo haga”. Con todo ello, unido a su consumado arte como narrador, nuestro jardinero nos inspira a cultivar nuestros corazones, retirar
las zarzas y las espinas de la ilusión y dar a nuestros jardines de paz el espacio para crecer. Cada uno de nosotros posee las increíbles semillas del potencial, dentro, latentes, esperando en la fértil tierra de nuestra mente, a que las reguemos con claridad y perspicacia.
Dotadas de una notable sencillez, las palabras de Prem nos ayudan a encender una luz que nos permita hallar, en los recovecos de nuestra consciencia, los brotes de la alegría. Con profunda belleza, “Cuando el desierto florece” brinda las condiciones necesarias para que las semillas del potencial se abran, el embrión se despoje de su capa protectora y germine. Igual que una bellota contiene un gigantesco roble, nosotros podemos llegar mucho más lejos, si nuestras raíces están en la fuerza y la paz.
Estas historias proveen el calor, el agua y la luz necesarias para que brote la esperanza. Desde las primeras frases, comienzas a sentir un tallo diminuto de claridad que asoma de la tierra, unido a una raíz fina como un cabello. Al acabar el libro, comienzan a formarse nuevas hojas de comprensión, y las raíces se afianzan.
Plantas, animales y personas, necesitamos mucho aire fresco para respirar. “Si alguna vez te crees
pequeño e insignificante, recuerda el milagro del aliento que ocurre en tu interior, y siéntete agradecido”.
El libro nos motiva a sentir esa gratitud por cada aliento que tomamos. Esta apreciación por la vida se expresa como alegría pura que se manifiesta en nuestras vidas y nos lleva a unirnos con nosotros mismos y con el mundo a nuestro alrededor.
Todo lo necesario para la paz, está ya dentro de nosotros, del mismo modo que todo lo que necesita un roble está dentro de esa humilde semilla. Nada ajeno a nosotros puede darnos la paz. Una vez que aprendamos a abonar el jardín interior, podremos compartir nuestra paz con los demás, y la paz mundial será algo posible. Como dice Serge Marquis en el prólogo: “No habrá paz en la tierra, hasta que haya paz en cada ser humano, y a esa paz nos invita Prem Rawat”.